Escucho un tema y puedo viajar. Veo pasar el vaivén de los cables al costado del camino y es tan tentador romper el viento, bailar con las manos entre ondas y el espacio. A lo lejos el asfalto se hace laguna y los reflejos se desdibujan, mientras las nubes parecen ser el único punto fijo de este paisaje (quizás ella piense lo mismo de mí).
Sumo kilómetros y todavía no me fui.
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