A veces la realidad es lo más difícil de sobrellevar. Es como si soñaras con ser un gran artista y la única fan fuese tu ex. Ni siquiera la actual, tu ex... esa que un día te vio imperfecto y hoy, es tu fiel seguidora.
Realidad, como un detalle mínimo que todos ven. Como esa gente que tiene pequeños espejos para no verse o aquellos que se acostumbraron a un solo perfil para verse bien.
Realidades virtuales para ser como quisiéramos, para esconder lo que algunos tildaron de abominable y reprimir el instinto.
Aprender a ser lo que la mayoría disfruta. Lo bien visto. El ejemplo a seguir. Dinámico, activo, enérgico y emprendedor.
Ser perfecto y en busca de un ideal...
Y en este mismo silencio empecé a tener miedo de las palabras. Miedo al poder que encierran, porque son las mismas que logran un golpe a la vida o un desvío al abismo; y es sabido que la tristeza y el dolor en estos tiempos tienen mala prensa.
Quisiera aprender a ser viejo y aceptar el paso del tiempo.
Quisiera disfrutar la limitación de la edad y olvidar la nostalgia.
Cambiar la obsesión del éxito y aliviar el alma.
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