No era un día para tomar decisiones. Aunque no pudiera controlar la verborragia y la incontinencia verbal me desbordaba sin piedad; no pude evitar tropezar con la misma piedra.
Me había creído todas mis mentiras y las otras también. Había dicho tres veces que no, para terminar en un si. Y habiéndome querido ir, me quedé.
No era mi elección, pero la variedad desmedida siempre me confunde, me limita; y la primera opción termina siendo la única.
Pude haber empezado por otro lado, cambiar el camino aunque sea una vez, pero no habría sido yo. Supongamos que lo hacía y cambiaba. Hubiera cambiado yo y nada volvería ser lo mismo.
Pero no fue así, caí en la misma rutina.
Creo haberme reído, pienso que me divertí. Bebí tratando de esconder alguna que otra palabra y me volví a confundir. Me enredé, trastabillé y caí en esta rutina.
Juro que ayer fue la última vez y para que me creas, es lo único que te voy a decir.
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