Sacaba la cabeza para sentir el viento y cerrando los ojos por la velocidad, no pensó que todo quedaba atrás. A esta distancia los recuerdos se achican y la emoción camufla la perdida.
Subió a la montaña más alta que había conocido solo para gritar. Para sentir el sabor del viento dormido. Quería vibrar en el infinito, desplegar sus brazos sin medir distancias; tocar el sonido.
Buscó el fin de los tiempos, el fin del final. Llegó hasta lo más oscuro y le costó regresar. Sufrió apnea y en el sueño encontró su lugar.
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