jueves, 1 de abril de 2010

Amortizar

Alguna vez escuche que el amor era la construcción del deseo y la atracción. Algo así como la unión sincronizada de aspectos sin nombre.
Amor parece ser el momento exacto donde una desconocida habita el registro permanente de la memoria inmediata y con un gesto, una palabra; se establece en tus recuerdos. Poco a poco empieza a ocupar los silencios, los segundos previos a dormir... los mejores sueños.
La ansiedad nace, te carcome y te inventa razones para buscar su voz, para rozarla sin querer, para hablar con absoluta seriedad de los vaivenes del tiempo. Y así llegan los nervios y las indecisiones; tartamudeas en pensamientos y si la autoestima no esta fuerte, dudas hasta del color de tu piel.
Alguna vez escuche que el amor es una enfermedad, un virus que todo lo altera. Que idiotiza lo simple, enloqueciendo la lógica y al más cuerdo. Te enreda y es tu cabeza la que no encuentra algo que no sea de ella. Es el virus de la obsesión sana, el permiso para ser un enfermo socialmente apto. Te convierte en un ser mono temático, monótono; mono. Un mono que vive el idílico y fantasioso mundo del amor. Que camina a centímetros de la nada, que no roza lo concreto y mucho menos la razón.
Alguna vez escuche que el amor no existe, que es una ilusión. Que es la utopía de los urbanos, los hombres grises que viajan apretados y sudan desolación. Que es el sueño de los mareados, los atontados que vagan entre la oscuridad y el desvelo. Que es el motor de los poetas muertos y la ceniza que deja el viento.
Alguna vez escuche que dos se miraron a los ojos, se miraron fijamente y en silencio encontraron la razón para volver a mirarse, para sonreír sin sentido y abrazarse sin miedo. Para vivir el momento en que los latidos hacen un camino y viajan a la par. Y de dos fueron uno y de uno a la eternidad.

2 comentarios:

  1. Nada de medias tintas no? a todo o nada, muy intenso!!! que bueno!!!! besos FER

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