miércoles, 14 de octubre de 2009

El extraño romance del ego y la soberbia

Por naturaleza nací desconfiado, aunque peco de inocente y solo aprendo topándome tres veces con la misma piedra. Siempre leo entre líneas, adornando la paranoia y alimentando una seudo esquizofrenia que potencia extrañas charlas de cocina con grandes pensadores, autoritarios y fachistoides, que avalan grandes opresiones desifrazadas de idílicos avances sociales.
Me enojo y pataleo, discuto y me enfurezco porque conozco el modo de tocar los sueños, pero siempre caigo en mi propia trampa... son pocas las veces que piso el suelo con ambos pies.
Tuve un momento de lucidez y necesite escribirlo con inmediatez, temiendo lo peor (que se pierda en la nada de mi memoria)
Entendí la clave de mi problema: Nací en un país de Boludos y pensar es otro modo de sufrir.
De a poco vuelvo a entender que el mundo es la simpleza de ver la lluvia caer, la sonrisa frente al sol sintiendo el pasto crecer y recorrer a duras penas el trayecto de la Luna; sin poder comprender la diferencia entre satelíte y sol de noche.
Cada mañana ansío despertarme en la gran masa y dejarme llevar, perderme en la multitud y dejar de sentir la opresión en el pecho sabiendo que este es un juego de pocos; ansío seguir la rutina silenciosa amoldado al destino, con el tiempo ajustado y preciso y con la urgencia de cumplir las obligaciones de terceros. Deseo reírme de las "vivezas" de los políticos y los programas humoristicos del televisor. Vivir pendiente del largo de una pollera y de la toma indiscreta de la cámara en un show. Quiero disfrutar la realidad y conformamrme con vivir lo que me dejen vivir. Mientras siguen llegando inocentes a un mundo digitado por dos o tres.

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