Una inteligencia sensible, siempre unida; afectuosa.
Un razonamiento liviano, oportuno; sincero.
Una prosa con todos los acordes, y esa voz.
La mayoría de los inteligentes se hacen fríos, ajenos.
Se intelectualizan, se distancian de lo real.
Se convocan, se repiten; se citan.
El ego de los inteligentes arruina la observación.
Entonces los sensibles, los brillantes; copan el mundo desde el arte.
Florecen. Nacen. Viven hasta la eternidad.
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