Me tomé un tiempo. Invadido por el ruido añejo, las sirenas rancias y la ciudad, esa que inunda por su presencia excedida; colmada de hábitos, desbordad y atiborrada de soledad.
En ese tiempo con baches entre silencios; me atrae el brillo. El que titila lejano, ese que dibuja caminos en la sombra, desde el horizonte hasta la luna y me deja tan solo, en una ventana frente al mar.
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