viernes, 8 de octubre de 2010

Ni martes ni jueves

Bajaba, patinaba en su burbuja, mientras el sol hacía sombras perfectas. Bajaba envuelto en su transito con la misma suavidad con que el agua talla a la piedra. Era natural y por instinto jugaba al zigzag, se dejaba llevar. La avenida Callao oscilaba entre barranco y tobogán, nada podía salir mal.

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