Estoy estudiando algo apasionante y por eso me reservo. El silencio y la ausencia de palabras no son más que una sutil respuesta a las caras de aquellos que han oído.
Están los que se ceban y quieren saber, preguntan todo lo que aún desconozco y en un paso falso, me siento más analfabeto que ayer. Aparecen los cautelosos que acomodan las palabras para sonar como entendidos. Están los receptivos que sonríen y felicitan y finalmente los inexpresivos, los que me miran como si fuera una pared y cambian de tema (generalmente la charla termina con un comentario de fútbol, política o el neutralizador clima).
Yo sigo contento y atento en este camino de aprender, bien valen los momentos de silencio y percepción.
Seguramente dice más lo que no esta dicho.
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