No entiendo el destino trunco de los que no llegan a cumplir seis.
No entiendo las razones ni los temores de esos, que se adueñan del suspiro ajeno.
Apenas imagino el instante en el que un padre deja de ser un lugar seguro.
Un momento y la confianza se acaba. La alegría desbordante de la euforia más pura. Todo se esfuma.
Y en el fondo, en el lugar más tierno de mis pensamientos; espero que el soplo llegue a través de un sueño. Que sigan sonrientes y felices, donde quiera que estén.
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