Llegar al súmmum de felicidad tiene grandes costos, costos en el tiempo, agonías eternas, recuerdos y recuerdos que se apilan construyendo el peso agobiante de la memoria. Imágenes que logran desdibujarse convirtiéndose en hologramas desvirtuados tan diferentes a la verdad.
Construir para ser feliz. Elegir con quién y dedicarle horas, días, meses... años. Elegir desde el envase, tomarte el tiempo de degustarlo, conocer los laberintos, los escudos; los pasajes y los atajos. Conocerte, permitirte ser amado. Mostrar tu lado más amable y el más inapropiado. Hacerte cargo de las miserias (propias y ajenas, pasar por el mal trago de reconocerte en el otro y soportar, asimilar, permanecer y establecerte en nombre del amor. Pero en al escalada de la aceptación, son poco los casos de amor verdadero. Y en el silencio de las evaluaciones, las tristezas más grandes. La cruda realidad de la dislexia emocional. El principio de la agonía.
Puede ser el crecimiento desparejo, la falta de confianza, la curiosidad de lo desconocido; las ganas de vivir otra experiencia, las ganas de seguir otro camino.
Más penoso aún es no completar los ítems mínimos, no dar con el rol especifico, no llenar las expectativas; defraudar en el instinto.
Volver al inicio. Hacerte individuo. Ser un grano de arena, tan pequeño como insípido. Volver herido y en cada espacio ver el vacío.
Otra vez, otra rutina; ahora sin consulta y sin aviso. El odio al amor ajeno y el resentimiento de las carcajadas con chistes al oído. Verlos que se enredan, de dos a uno; y uno es uno, sin otro, sin sorpresas, ni palabras ni cariño.
Ahora las imágenes, los recuerdo como únicos testigos, te obligan a elaborar; a cerrar cajones con candado. A negar para después entender, a crecer desde el dolor hasta la soledad. Y desde la soledad bancar un presente, enfrentando el dolor de la perdida.
Aprender del silencio y de la ausencia. Apreciar el cariño, sentir el vacío del amor y el real espacio de su huella (desde acá se entiende la locura artística, las canciones tristes y las grandes películas)
Pasa el tiempo y puede que te entretengas, que te habitúes al cíclico ritmo de la soltería, que disfrutes momentos de euforia y de risa sin compromiso. Puede que te aburras de divertirte.
Hasta acá llegué, no se que me espera...
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