No existo, no figuro en ningún sitio. No pago impuestos ni atiendo sus llamados. Ni siquiera entro en los bancos. No acepto folletos en la vía pública, primero porque no me dejan tirarlos y segundo porque en los tachos de basura todo abunda. No miro televisión ni compro el diario; apenas mando un mail de vez en cuando, bajo el seudónimo de alguien que no conozco, simulando saludos; gestos y halagos. Pero me gustan las palabras (no en voz alta) prefiero susurrar o escucharlas de lejos, me gusta el eco, el sonido de los grillos y el olor del rocío mojando el pasto. Pero insisto, en algún momento dejé de existir. Quizás me aburrí o me fui sin dar aviso, quizás me perdí, me extravié y olvidé que necesitaba volver.
Por todo esto y más, si alguien recibe este mensaje, háganmelo saber. Pero estén atentos... quizás hoy, ya no sea yo.
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