Vi un nombre en la pared. Algo familiar. Sin tipografías, ni diseño, ni moderno; a mano alzada. Decía algo como agradable, pero distante. Estático, permanente.
Un nombre en silencio, apenas verbalizado en el camino de las ideas. Estaba ahí y la lectura se repetía.
El detalle de la pared denota cicatrices, alguien estuvo aquí.
El recorrido hace su efecto, cada letra encuentra su lugar y mi lugar se hace pared.
Hoy leí mi nombre y por un momento, él hablaba de alguien muy parecido a mí.
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