Algunos leen la historia, recuerdan los nombres, los hechos. Opinan y discrepan. Leen los sucesos del mundo, de un país, de un momento; de algún individuo.
Pero a otros la historia los atraviesa; los cambia. Puede ser la muerte de un familiar, la perdida de la casa, de la herencia o de una enfermedad. Puede que algo cambie un destino y que una acción sentencie los años por venir.
Así viven, así siguen.
Atravesados por el peso de un instante.
A veces el peso de la burbuja de los que leen la historia; actúa con soberbia frente al dolor ajeno, como si los quiebres internos de la memoria emocional fuese una exageración, un modo redundante de autoflagelación.
Por eso, los atravesados aprenden a vivir con la ignorancia y la intolerancia de los otros. Encuentran, casi siempre, el camino de la humildad. Aprenden a oír, a percibir la mentira del doble discurso, la falta de honestidad.
Atravesados:
Desaparecidos; Corralito; Hipotecados; Violencia de Género; Casos de Inseguridad; Enfermedades Terminales; Abusos y Violaciones...
Atravesados también, son los que quedaron para luchar por la memoria.
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