Existía un temeroso. Un hablador cojonudo para la acusación, un verborragico inescrupuloso. UN estafador de sueños, corredor nocturno. Era eso y la vez nada. Era ausente y habiendo sido padre prefería la sombra, la guarida de la basura. Perseguido por el eco de la culpa y el peso de la soberbia se hizo viejo antes de cumplir treinta.
Consumió y consumido se perdió en el recuerdo de los que vivimos un momento de su presente.
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