Dedicarte una canción que fue escrita entre la primera y la segunda guerra. Una de esas digitalizadas con ruido a púa añeja y melancolía en la voz. Curador empedernido del ritmo, te encuentro entre acordes de violines y trompeta. Y este mágico sonido dibuja una sonrisa en vos.
Y otro poco en mi, mientras busco la siguiente emoción.
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