No era gamuza, apenas terciopelo.
Tan placentero. Exceso en comodidad. Hundía.
Parecía tan perfecto. Sonidos, texturas, rodando ruedas en espiral. Tenue y constante. Un ritmo.
Una mano en mi trago y el humo hace llama en tus dedos. Suena de adentro hacia afuera. Y es tan fácil bailarlo. Apenas moviéndonos en lugar.
Un roce sutil. Y volvemos a acercarnos.