Los arrastro, los llevo a cuesta.
Los incondicionales, los adolescentes; los que entienden la amistad como un todo y construyen puentes. No paran, pesan; insisten. Persisten.
Acarreados. Los llevo sin un dónde.
No me leen y apenas me conocen. Poco saben. Siguen lo que fui.
El día de mi entierro hablaran de una tarde como si ese fuera mi destino, mi pasión.
Aguanten, no vaya a ser cosa que conozcan el dolor. Que sientan la soledad.
No se permitan crecer, no quisiera contarles la angustia de vivir la incertidumbre.
Sean eternos.
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