Las charlas profundas surgen en medio del caos, sera que nos hacemos viejos y los climas resultan innecesarios. Viajamos incómodos, parados, hacinados; excedidos. Mi gran amigo, el silencioso. El que evoluciona conmigo, el que comparte su mundo y me invita a compartir el mio. Pensar que eramos tan distintos y el paso de los años, nos hace tan cercanos. Hablamos parecido, indagamos los sentidos. Reflexiones del origen, el paso de los tiempos, los frustrados; las ganas de seguir; de inventar un destino. Hablar de presente. Sinceros. Hablar pasando los treinta, sabiendo que tuvimos quince compartiendo desengaños y pobrezas. Fuimos andando, reencontrando caminos.
Y estas charlas ya no piden silencios.
Estas charlas son.
Andan naturales, colgadas del pasamanos; entre frenadas, desequilibrios del malabarista; de las gambetas a la vida. Vamos tranquilos, acompañando los temores; envejeciendo divertidos.
Gracias por tanto.
El mejor abrazo, es el que te escribo.
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Genial Manu! Abrazo!
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