Él en su ventana, paciente. Sorprendido por la majestuosidad del cielo con sus vientos, por el juego de las estrellas y el reflejo infinito de las torres, entre terrazas y balcones.
Él y un solo pensamiento, como un gato en plena noche, vagabundo del tejado; compinche de la sombra, sigiloso y desconfiado.
Él me mira desde abajo.
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