Boyacá.

Me duermo... sueño soñarte.
Te abrazo en ficciones.
Ya no quiero sentir la soledad de no verte.

Me duermo y me acerco.
Virtualizo el deseo.
Corporizo un te quiero.

Me sueño en tus brazos.
Me sueño el delirio,
y proyecto en vano.

Vos allá, y yo acá.

Boyacá.
Una calle de un barrio.
Un lugar alejado.

Soñemos encontrarnos.

Otra vuelta.

 
Apenas pasado, vibrando presente; recuerdos futuros.
Enredos del alma.
Vidas pasadas.
Miradas y miradas.

Tengo la idea sin principio.
Tengo en recuerdo de saber.
Voy confiado sin registro.
Seguro, sin conocer.

Textual.

Me hago texto a tus ojos.
Como si lo sentido fuese simple a tu mirada.
Y mis versos, que fueron sentidos, se hicieron latidos y luego palabras.
Te escribo.
Te encuentro en cada palabra.
Estás en mi trazo. En el dibujo suave de las minúsculas, entre imprentas y diagramas.

Presentate.
Hacete poema.
Enviate en cartas.
Llevame lejos, diseñame distancias.

En tus ojos me leo y a tus besos voy.

A los ojos.

Hablemos hasta tarde.
Hasta que la luz se apague.
Sentirnos las voces,
la reflexión oscura,
la calidez silenciosa.

Hablemos desnudos.
Del calor y la sombra.
Hablemos de silencios,
de noches y penumbra.
Hablemos de los miedos,
de sueños; de locuras.

Hablemos para siempre.

Extraño.

No llego a entenderte.
Apenas puedo y poco importa.
Me toca amarte.
Acompañarte.
Besarte hasta el cansancio.
Vivirnos de amor.

A media tarde.

Hoy, desde la ventana, fui uno.
No fue el silencio. No fue nostalgia. Fue el agua.
¿A quién le cuento, como el viento hace volar al agua?

Desde la ventana.
Fui nadie.
Fui postal de invierno a media tarde.

Desde la ventana.
Me aburrí de ser.
Fui a desaparecerme; a olvidarme.

Desde una ventana.
Fui tiempo, hasta desangrarme.

Repleto.

Se llena de graciosos.
Todos cuentan una desgracia,
un loser en medio de tantos.
Las sonrisas amargas,
historias de pobres,
que pagan para encontrarse
y reírse de los demás.

Se llena de inteligentes.
Todos saben algo más,
y el esnobismo por ser diferente,
adelantarse sin final.

Se llena, siempre se llena.
Y aprendí a escuchar.

Hablemos de alegria.

La comedia del enredo.
La tragedia de la soledad.

El silencio interno.
La ausencia de preguntas.
El miedo y la critica a escondidas.

Y siguen solos frente al monitor.

Afuera hay tanto ruido.
Tantos y vivos.
Los colores no andan hiper definidos.

No me cuentes tus mejores silencios.
De enojos se acaba el mundo.
Y se hacen grises las paredes al sol.

Contame lo vivido, tu emoción.
Hablemos para encontrar la alegría.
Y que el resto se contagie, del amor y tu sonrisa.

Las redes y los pajaritos.

Me ahogan las burbujas.
... y hacemos virtuales todas esas lineas que ocupan nuestra mente.
Un tiempo muerto, se ironiza; y la pelea del sarcasmo.

Mensajes para nadie, diálogos del ego.
Nadie es importante.
Y se nota tanto.

Las redes no se expanden (preguntale a los peces).
Todo gira hacia adentro.

Solo envidio al que viaja y conoce el mundo vivo.
El que rueda sin destino.

El chico Olé.

...


No me apagues la luz, no soporto mi ruido.
No me saques el fútbol, porque embrutezco.
No me manches al ídolo, no tengo criterio.
No esperes nada, tengo poco y no alcanza.

Soy el diario del lunes.

El mudo y un grito.

Se pone de moda la reflexión.
Pero la moda carece de significado.
Se impone la postura.
Y los adolescentes aman a los distintos.
Todos son distintos a la vez.
Iguales al mismo tiempo.

Reflexión sin critica.
Y la agonía de las ideas, se silencian.
Nadie quiere la marginalidad del incomprendido.
Ser parte del todo en silencio.
Ser parte para no discutir.

Ahí me tienen, así voy.
Soy la reflexión crítica.
Una idea.
Y la comprensión.

No caigo en el asco.
Me ahogo en mi pena.
Son pocos los que piensan.

Todos ellos.

Hago un silencio.
Y parecen más tontos.
Se ocupan de sentidos.
Y todos mis sentidos, respiran de silencio.
¿Sirve pensar...?

Soy feliz por sentir.
Y me multiplico porque lo comparto.

Circulo de sol.

Recuerdo el sol.
Y todo es comparable con vos.
Todo tiene tu luz.

Es como la vista de la montaña.
El llano verde, el brillo lejano de los pastizales altos.
Siempre, algo de tus ojos en mi horizonte.

Y me vuelve el sabor a mar.
Toda esa sal.
Esa fuerza espumante que te cansa.
Y agota.

Pensar que el mar, son miles de gotas.
¿Será el amor miles de sonrisas?

Y me vuelve el sabor de amarte.
Como esencia de mañanas.
Como lluvia, como café al sol.

Algo de vos.

Y me pega el amor.
Y me olvido.
Cambiamos las rutinas,
son muchas las horas,
mis días y tus besos.
Somos para la noche,
bien tarde,
a oscuras y en silencio.
Y ya no vuelvo como antes.
Me gusta acompañarte.
Y me pega el deseo.
Quiero todo y más nuevo.
Vamos, hagamos la noche,
hagamos desvelos.
Sigamos siendo.

De a gotas.

Me nublo y relampagueo
Ni lluevo, ni mojo.
Y apenas, me dejo entre tanto.

Soy el agua que corre a tus pies.
El que se enreda y no frena.
La que empuja y desespera.

Soy eso que cae del cielo.
Y me llamas en silencio.

Soy de ventana a ventana,
Y un deseo sin alas.

Soy un momento.
Un sueño de nostalgia.

Sin ayer.

Estoy haciendo un nuevo mundo, como si el universo hubiera empezado ayer. Como si un día fuese posible para un principio distinto.
Dejé atrás los paisajes, el relleno, el lugar del fondo.
Ya no quiero las miradas y casi todas las palabras me aburren.
Quiero hacer, accionar todos los movimientos.
Empecemos.